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CAPÍTULO
29
A LA VANGUARDIA DE LAS REFORMAS SOCIALES

os cienciólogos que se preocupan lo suficiente por investigar y por vencer la resistencia de poderosos intereses creados, incluso poniéndose en peligro, han conseguido resultados realmente extraordinarios. Se han aprobado leyes, se han salvado vidas, rescatado víctimas, pagado indemnizaciones, se han detenido criminales y se han paralizado actividades que suponían una amenaza para la vida. En una palabra, se han traducido en justicia: un bien demasiado escaso a veces en el mundo de hoy.
Los cienciólogos, de una manera muy real, han dicho que ya está bien. Han elevado sus voces en el grito colectivo de ¡Basta!. Basta de matanzas de inocentes, basta de esclavizar a los débiles, basta de intolerancia, basta de abusos de poder por parte de quienes lo ejercen. Estas afirmaciones podrán parecer dramáticas, pero tan sólo a aquellos que sean demasiado pusilánimes para ver, a aquellos que se acurruquen en la seguridad de sus hogares y de sus trabajos, o a aquellos que, al ver el mal en las noticias de la tarde o en las calles de sus ciudades, dicen: Esto no tiene nada que ver conmigo.
En este capítulo mostraremos que la presencia del mal es tan real como la sombra que sigue nuestros pasos. Es una carga que soporta el ser humano, y seguirá siéndolo mientras pensemos que no tiene nada que ver con nosotros. No importa lo avanzado que, desde un punto de vista tecnológico, sea nuestro tiempo. No importa lo ilustrado de las opiniones vertidas en los debates o los consejos tan generosamente publicados en las revistas: no es suficiente. Por muy repugnante que parezca esta idea, se encuentran entre nosotros seres cuya misión es la destrucción; y hará falta algo más que palabras para detener esas misiones.

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